David Picazo. Imagen de archivo de RTVE. |
Licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, David Picazo es el corresponsal de TVE en París desde hace cinco años.
En esta entrevista nos cuenta la rutina de trabajo que sigue un corresponsal en su día a día, algunas de las experiencias personales que ha vivido gracias a su trabajo, y las diferencias que percibe entre España y el país vecino.
¿Ser corresponsal en Francia es algo que
siempre has querido o llegó de repente?
Fue algo que llegó de repente. Querer… Bueno, yo creo que
cuando uno estudia periodismo y empieza a trabajar puede tener distintas ideas
probablemente desacertadas de por dónde va a ir su vida profesional y personal.
No era algo que yo me había planteado pero me lo propusieron y fue un cúmulo de
circunstancias. Estaba haciendo en ese momento información de interior en el
telediario. Había estudiado francés y lo sabían los jefes, y en un momento en
el que se quería además potenciar la información sobre ETA desde París me lo
propusieron. Tengo entendido que fui la segunda persona a la que se lo
propusieron, la primera creo que por motivos personales debió decir que no,
entonces es una oportunidad, un tren que pasa y te subes.
¿Cómo fue el seguimiento de la actividad de
la banda terrorista en Francia?
Cuando vine aquí lo primero fue intentar hacer contactos
en el Ministerio del Interior francés, en la fiscalía y tribunales para tener
una serie de teléfonos a los que llamar. Era difícil en
ocasiones porque casi toda la información antiterrorista en España se hace
normalmente desde Madrid, desde París es complicado. El caso era contactar con
gente, ¿qué ocurre? Que hay muy buenos periodistas entre tribunales aquí en
París, como Fernando Iturribarria que trabaja para el correo y lleva ya muchos
años aquí, pero claro en la información de periódicos da más tiempo, andan por
la fiscalía, por el tribunal de París, hacen contactos… Nosotros con esto de la
necesidad de la cámara y de la imagen nos corta o asusta más al interlocutor. Lo mío era en primeros contactos tener comidas, o tomar un café con
gente para tener fuentes. Eso al inicio sí que funcionó y mereció la pena, lo
que pasa es que en ese mismo momento fue decayendo la información sobre ETA en
Francia porque la banda empezó a debilitarse por efecto de la colaboración
policial. También el interés que tienen los medios y el poder
político español por ETA, probablemente, no lo tengan aquí en Francia. Aquí es
una banda terrorista en un momento final y, sobre todo, creo que la sensación
era de ‘haremos lo que digan los españoles’ en una colaboración estrechísima y
súper fiel. Había también algún que otro enfado en las autoridades
francesas en cuanto a filtraciones que
había de los medios españoles sobre la lucha antiterrorista porque aquí
se respeta mucho cuando algo está en un proceso judicializado, cuando hay una
investigación abierta policial, para que no haya filtraciones. Y en España esas
filtraciones sí que existen.
¿Cómo ha sido tu andadura hasta llegar donde
estás hoy?
Bueno, creo que todo es circunstancial, estás en un
sitio y de un momento a otro cambia. Estaba estudiando Periodismo en la Complutense, y opté por hacer un Erasmus en Lyon en
cuarto de carrera. El curso acababa en Marzo y te daban la opción de hacer unas
prácticas. Euronews fue una aproximación al mundo de la televisión
y la información internacional, y de ahí ese verano hice unas prácticas en TVE.
Todo lo hice en el área de internacional, aún me quedaba el quinto año para
terminar la carrera, y fue después de haber hecho esas prácticas cuando me
llamaron de TVE para hacer un contrato en prácticas de dos años y pude hacerlo
en el canal 24horas, también en información internacional. Después de eso
estuve fuera en paro y luego me empezaron a llamar para contratos, y ahí fue
donde tuve la suerte de que siguieran contando conmigo, haciendo información
internacional primero, después nacional durante cuatro o cinco años con algún
viaje, y por último París.
¿Cuál es tu rutina diaria de trabajo en
Francia?
Normalmente escucho por las mañanas un canal de
información continua de radio que emite boletines cada 15 minutos y ya te vas
haciendo un poco a la idea de cómo va a ir yendo la jornada. Después al llegar
a la corresponsalía meto las previsiones del telediario. Normalmente la reunión para el
telediario de las 15:00 horas es a las 9:00 de la mañana. Los corresponsales
trabajamos para todas las áreas pero digamos que quien coordina es
internacional, aunque también podemos meter nosotros previsiones. En paralelo
normalmente miro la agenda de France-Press, que es como la agenda de Efe, la
agenda del día, de lo que vaya a pasar, las noticias más importantes, y también
leo los periódicos de referencia aquí: Le
Monde, Le Figaro, Le Parisien, Libération… Y sobre todo lo que hago es
meterme en las agencias de noticias de intercambios de imagen como serían
Eurovisión y Reuters, porque son las dos agencias con las que tenemos aquí
acuerdos en la corresponsalía de París. Nos nutren de imagen porque muchas las
generamos nosotros pero otras necesitamos que sean de intercambios, no podemos
estar en sucesos que ocurren fuera de París, o hay veces que son cosas del
presidente, o de la república, etcétera. Ya en torno a las 10:30 – 11:00
siempre me gusta saber cuáles son las noticias del día aquí, qué es lo que
puedo proponer, qué es lo que me pueden pedir y qué es lo que podemos hacer.
Has sido enviado especial en el Líbano y
Afganistán, entre otros lugares. ¿Cómo fueron estas experiencias?
Son viajes circunstanciales que ocurren, o te llaman, o te
piden. Son viajes de cuatro o cinco días, una semana, diez días, en los que
vas, cubres el evento, das la noticia y regresas. Es mucho más intenso porque
durante esos días normalmente no paras, estás haciendo esa información de
9:00am a 9:00pm. Los corresponsales tienen un tempo digamos, como una especie
de meseta en la que ves siempre más a medio y largo plazo. Son jornadas muy
intensas con noticias que te mantienen todo el día ocupado. Respecto a los
viajes del Líbano y Afganistán eran para cubrir, en Afganistán sobre todo
visitas de los ministros de defensa de turno, recuerdo sobre todo a José Bono,
y del Líbano especialmente fue por la visita del Director de la Guardia Civil
de entonces, Joan Mesquida, a los guardias civiles que estaban en el Líbano en
ese momento desplegados. Lo que ocurrió es que nada más aterrizar en Beirut
había habido un atentado contra tropas y soldados españoles en la frontera y
nos quedamos una semana más, y lo recuerdo porque fue una semana muy intensa, fue
muy fuerte el cambiar tanto de planes, y era una zona que yo desconocía.
¿Pasaste miedo?
Bueno, miedo… Yo no había cubierto ni soy especialista en
cubrir sitios así. En Afganisrtán vas totalmente protegido por el ejército
porque siempre piensas ‘si va el ministro, más protegido que el ministro…’ Y
los periodistas van empotrados como se suele decir, entonces vas protegido tú
también. Yo me ponía el casco y el chaleco antibalas que le dan a los
periodistas, y llegamos allí pensando que vamos a hacer nuestra noticia. En el
Líbano sí que hubo un momento en el que después de estar allí dos días se fue
la mayoría de la gente y nosotros nos quedamos cuatro o cinco días más para
hacer más noticias, completar la información, reportajear aquello… Recuerdo que
en el viaje que hicimos nosotros alquilando un coche, sí que la noche anterior
me lo planteé. Como no tenía experiencia en estos sitios llamé a mi amigo Luis
Pérez, que actualmente está de corresponsal en Bogotá pero en esa época cubría
muchos más eventos peligrosos que yo sobre el mundo árabe y conflictos. Me dijo
que adelante, que lo que tenía que hacer era ir al sitio para poder contar las
cosas. Sin embargo luego llamabas al personal de seguridad de la embajada
española y te lo desaconsejaban, pero bueno eso son cosas que tienes que hacer
y al final lo hicimos. Quizás lo más arriesgado fue el momento de entrar al
campo de refugiados palestinos donde ahí sí que no entraba ni siquiera el
ejército libanés y entonces la protección era cero. Allí estuvimos haciendo
espera, siguiendo los rituales de seguridad por así decirlo de los que están
allí, algunos de ellos entre comillas declarados terroristas que llegaban de
Irak e iban armados. Para hacerle una entrevista a uno de ellos nos metieron
dentro de un coche para no grabar y nos llevaron hasta el lugar donde estaba el
tipo, tenían bazocas y demás… La adrenalina te hace que lo sigas haciendo, no
eres consciente. Pero en realidad no es agradable nunca sentarte en la parte de
atrás de un coche con una persona que tiene una pistola en el cinto. Pero es lo
poco que podré contar a mis hijos y a mis nietos como algo peligroso (risas).
Tampoco es ninguna batallita, en realidad hay gente que esto lo hace a diario.
Son momentos un poco de adrenalina, pero miedo no, no creo que pases miedo
mientras estás trabajando. Recuerdo que esa noche estábamos el equipo, el
cámara (Paco Madallón) y yo súper satisfechos de haber estado allí.
¿Aquel escenario era como te lo habías imaginado?
Bueno, tampoco tiendo mucho a imaginarme antes las cosas. Recuerdo que con Afganistán la primera vez que aterrizamos habíamos hecho
escala en Dubai, en Emiratos, y habíamos estado en un hotel en una zona que era
como ‘petrolandia’, con cuatro o cinco carriles en las autopistas, unos hoteles
de mármol, una cosa brutal donde se ve que hay dinero. Y en tres o cuatro horas
de avión aterrizabas en un sitio donde mi sensación la primera vez fue que no
era un viaje en la distancia ni en el espacio sino en el tiempo, como viajar a
un sitio tiempo atrás. Había unas bicicletas de hierro que yo recuerdo que
parecían de la época de mi abuelo, y con unas marcas en los hombres de haber
envejecido probablemente de la dureza del clima, del tiempo, el calor, el
viento que trae con él la arena… A lo mejor tenían cuarenta o cincuenta años y
podía parecer que tenían setenta. Era como un viaje a un país donde no parecía
que hubiera pasado el tiempo y estuvieran todavía varios siglos atrasados,
estando a tres o cuatro horas de avión de un sitio donde se respira dinero como
son Emiratos… Me chocó más eso. Y luego todo era desierto, cuando viajamos en
helicóptero por Afganistán había un sol tremendo, y cuando llegas a una ciudad, hay
mucho desorden de tráfico porque es una zona y un país atrasado en infraestructuras
y demás. El Líbano es un país que como toda la zona de Oriente
Medio, para nosotros si no tuviera los problemas que ha tenido
o tiene en cuanto a religión y guerras, probablemente sería igual de fructífero que nuestra Costa Azul o la Costa Brava o Málaga, porque tiene un clima muy
benigno, muy agradable, muy mediterráneo... Lo que pasa es que está desolado
después de años de incidencias internas. En el Líbano, en Beirut, pasabas por
la ciudad donde veías los restos de asentamientos anteriores o donde había
habido un atentado previamente y teníamos todo tan cerca. Los hoteles donde va
la gente extranjera normalmente están acordonados y vigilados, con militares
que te miran los bajos del coche y del taxi. Y luego estaba el contraste,
sobre todo recuerdo en la frontera con Israel ver fotos de los mártires
de Hezbolá con su bandera amarilla y luego en el otro lado de la frontera con
Israel ver unos vergeles y unos adosados a lo largo de las montañas. Es decir, una diferencia brutal, se ve quién tiene el dinero y quién está entre piedras.
Entonces imagino que ver tantos años al vecino que desarrolla y tú no… Provoca el enfrentamiento.
¿Cuáles son, desde tu experiencia, los aspectos
positivos y negativos de ser corresponsal en el extranjero?
Los aspectos positivos son, por supuesto, la
experiencia personal y profesional de poder disfrutar y conocer un país o una
ciudad, de tener la sensación de que lo que haces casi siempre son las noticias
importantes o representativas de un país, de abarcar muchos temas. No como en
la época que hacía internacional, que hacía solo política de Oriente Próximo en
ese momento, enfrentamiento de Israel y Palestina, hasta el 11S que la información
se desfocalizó. Ahora un corresponsal hace política nacional, crisis que pueda
tener el gobierno de turno, mucha economía, pero también te asomas a noticias
culturales, incluso aquí en París hacemos sobre el Roland Garros, el París
Saint Germain… Es decir, haces una variedad de temas. Como dicen, el periodista
es un océano de conocimiento de un centímetro de profundidad, yo espero que
más, y abarcas muchos temas. La posibilidad de conocer muchos temas y
enfrentarte al papel en blanco también te activa, a mí me excita en ese
sentido. En realidad, no sabes muy bien a lo que te vas a enfrentar y eso hace
que tengas vértigo porque puedes tocar temas que desconozcas y te obligan a
documentarte, a leer, a tener mucho más cuidado a la hora de contar las cosas…
El aspecto negativo es, evidentemente, lo personal, la lejanía con la familia, aunque
París de España está cerca. Y luego, quizás las tendencias, la convergencia
personal, que contemos todo rápido, que no nos dé tiempo a veces a profundizar
lo suficiente, a que con contarlo sea suficiente y ya veremos si le damos
continuidad, si es verdad todo lo que contamos, si nos fiamos o no porque lo
cuente un medio pero no te da tiempo a verificarlo… Toda esa sensación de
inmediatez que es necesaria. También es cierto que los medios estamos
compitiendo y estas carreras que llevamos todos a veces nos hace ir sin tener mucha idea de hacia dónde. La inmediatez de
internet nos lleva a que los periodistas de televisión y radio entremos en cada
boleto y no te dé tiempo a veces a verificar todo lo que estás contando, eso
da mucho vértigo a veces.
¿Tienes pensado volver a instalarte en España
de forma definitiva algún día?
Sí, sin duda. La diferencia es que aquí somos desplazados
de la empresa, entonces mi puesto de trabajo está en Madrid y en algún momento
tengo que volver. Ya no sólo por motivos personales, que también, sino porque
yo creo que es sano que se mueva banquillo y que los corresponsales vayan y
vengan, que la redacción se mueva y vayamos probando varios destinos y
especialidades. Pero sí, sin duda volveré sobre todo por motivos
personales.
Ya que trabajas en televisión, ¿qué opinas de
la fórmula televisiva que tenemos en España? ¿Qué comparación harías con la
televisión francesa?
Si tuviera que marcar dos o tres diferencias diría que aquí
en Francia tengo la sensación de que la información se consume mucho. Mucho
telediario o journal televise como se
dice aquí. Un dato objetivo es que aquí hay como cuatro o cinco canales de
información continua, exclusivos de noticias, mientras que en España está el
canal 24 horas de TVE y estaba la CNN en español y lo cerraron. Aquí está el de
la televisión pública pero luego las televisiones privadas también apuestan por
ello. Eso te dice que hay mayor número de periodistas trabajando en la
información, se generan más noticias y, por tanto, se consume más. También hay
mucho trabajo documental, incluso en las televisiones generalistas yo he
llegado a ver por las noches, como ayer mismo, un reportaje sobre el ex presidente.
Y otros muchísimos sobre la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi,
muchísimos de historia, que además son documentales o reportajes largos, de
cuarenta o cincuenta minutos acompañados por entrevistas antes y después que no
dudan en ponerlos en prime time. Eso hace que sigan mucho su propia historia. El
apostar a las diez de la noche en prime time por poner eso a mí me parece que
es para quitarte el sombrero. Luego aquí en Francia también hay mucha serie
norteamericana, Estados Unidos es la referencia como ocurre en muchas ocasiones
en España. Hay también producción propia al igual que ocurre con las series
españolas, tampoco deja de haber reality-shows… Aunque lo que hay menos que en
España son los llamados programas del corazón. Pero en cuanto a la información
me da envidia el hecho de que hay más documentales, se trabaja mucho más el
reportaje. También hay mucha más financiación, probablemente.
Hoy en día se considera que el periodismo
está en crisis. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Claro que está en crisis, creo que en España después del
sector de la construcción, el sector de la información y la comunicación ha
debido ser el más castigado por la crisis y el paro. Estamos en un momento complicado, probablemente Internet lo ha revolucionado todo. Ha
revolucionado a la prensa en papel porque ha hecho que bajen las ventas, pero
por otro lado, los periódicos saben que Internet es el futuro, de ahí que
tengan unas webs accesibles. La gente ahora, probablemente, lea más El
Mundo y El País por Internet que en papel, y ellos lo saben. Nosotros,
televisiones y radios, también nos tenemos que adaptar. No creo que ahora
todo el mundo se ponga a esperar a las tres de la tarde o a las nueve de la
noche para enterarse de lo que ocurre como si fuera la misa. Hay un
público adulto que sin duda lo hace, pero no todo el mundo. Sin embargo, Internet
tampoco está llegando a todo el público de España. Por mucho que lo queramos,
hay gente que no navega aunque lo deba hacer. Todo es generacional y
debería ir avanzando.
La crisis nos está llevando a que los medios estén mal
de personal. Tienen que sacar adelante un producto en un mercado en el que
competimos todos, donde ahora es más complicado porque hay menos fuentes financieras, y en el que vamos muy deprisa, tanto que podemos tener miedo
a meter la pata y después la corrección no va a tener el mismo eco que la
primera información que diste. Recientemente, hubo un periodista que sacó un bulo al hilo del escándalo que hubo aquí en
Francia con Hollande y la actriz Julie Gayet. Con motivo de la visita de
Holland a Obama en Washington, este periodista francés sacó el rumor de que
Obama tenía un idilio o una relación, llamémoslo X, con Beyoncé, y hubo medios
digitales que se hicieron eco de esa información sin contrastar ni verificar
por el mero hecho de que un periodista lo había soltado. Luego, él mismo dijo
que lo había hecho adrede y que era falsa esa información, para
demostrar que hay un seguimismo brutal de los medios digitales, ya sean prensa,
televisión o radio con plataforma digital, inmediato y sin verificar nada. Y
eso es peligroso y consecuencia de la crisis.
Hablando de falsas noticias, Jordi Évole
lanzó un falso documental sobre el 23F, con políticos y
reconocidos periodistas que avalaban que el Golpe de Estado fue un montaje,
reconociendo al final del mismo que se trataba de un falso documental. ¿Qué
opinas de estos formatos televisivos?
Es verdad que sirve para demostrar que cualquier cosa que
te la cocinen más o menos bien te la terminas por creer y tragar, el problema
es que yo creo que eso no es algo solo de España, ocurre a veces también aquí
en Francia. Pero ver la historia reciente y reescribirla, sobre todo un golpe
de estado con pocos años que han pasado, es doliente y estoy convencido de que
levanta espinas en mucha gente. Creo que Évole lo hacía también
para probar un poco a la gente, y son fórmulas nuevas de televisión que quien
no arriesga… Luego sabes que va a haber gente que te apoye y otros que te
crucifiquen y te critiquen, y sobre todo, para el que hace por primera vez algo
es complicado.
Hoy en día la mayoría de periodistas tienen
presencia en la red para facilitar y recibir información. Sin embargo, tengo
entendido que no tienes cuenta en Facebook ni Twitter. ¿Por qué?
No tengo porque no me daría prácticamente la vida, es una
elección totalmente personal. Lo único que tenemos es un blog en la página web
de RTVE en el que trato de escribir pero hay veces en las que no puedo hacer
más que un par de entradas porque el día a día aquí nos come. Arrancas y luego
con las entradas en el canal 24horas, reportajes fuera y montar y demás se me
va el día. Estar pendiente del móvil trato de estarlo cuando es realmente
urgente y necesario, entonces estar tuiteando me generaría un estrés
innecesario que ya tenemos a diario en el trabajo. Hay una pirámide de
objetivos, de jerarquías: el primero es el telediario, luego el resto de
programas y el canal 24horas que nos llaman, atender la oficina, el correo… Por
ese motivo, no tengo Facebook ni Twitter.
¿Cómo somos vistos los españoles, y España en
general, desde el país vecino?
Es una pregunta muy recurrente. Creo que los españoles,
aunque sea un clásico, caemos simpáticos. A los franceses les gustan, o envidian, aunque nunca lo reconozcan, ciertas cosas de los españoles.
El país, la cultura, veranean mucho por ejemplo en Cataluña, la forma de vivir
un poco más de cara a la calle… Aquí se vive más de puertas adentro e influye
también mucho el clima en el hecho de estar fuera de casa, y yo creo que, en ese
sentido, nos envidian. Luego hay otra serie de cosas que les puede sorprender.
El efecto que la crisis ha tenido en España, las cifras escandalosas de paro
que hay en España, y que, sin embargo, no haya habido una
crisis social más allá de las que pueda haber habido de manifestaciones en
Madrid, en el congreso de los diputados, etcétera. Y eso no ha ocurrido quizás
porque dentro de esa picaresca española hay un factor que es el de la familia
que protege y aglutina mucho y, en Francia, no tanto. Aquí a los dieciocho años
te vas a estudiar, sales fuera y trabajas, y probablemente no te desvinculas,
pero digamos que el cordón umbilical se alarga mucho más que en España, y el
sistema de protección de la familia en España es mucho más como la italiana. También por eso hay aquí muchas más ayudas para irte de alquiler, con lo
cual todo influye. Creo que caemos bien, les gusta nuestro país, y luego hay
cosas en política y economía que igual que ellos tienden siempre a compararse
con Alemania y miran al vecino más rico o potente para tratar de asemejarse a
él. A España lo ven en ese carril de más simpático pero no querrían asemejarse
a nosotros en cuanto a lo político y económico.
¿Cuál ha sido la mejor experiencia que has
vivido como corresponsal en el extranjero?
Me gustó mucho cubrir unas elecciones presidenciales aquí
pero por la adrenalina y el poder contarlo, el poder vivir todos los debates
previos, unas elecciones que a lo mejor unos meses antes pensábamos que no
podría ganar Hollande y, sin embargo, lo hizo. Luego hay otras
cosas del día a día que también te pueden alegrar. Por ejemplo, vino una vez
Bruce Springsteen a presentar un disco y tuvimos la suerte de poder escucharlo
en un teatro abierto solo para la prensa y con él allí, después de haberlo
escuchado respondiendo a las preguntas. Para mí, eso fue una experiencia brutal y
fue una noticia del telediario que probablemente iría al final, por el tema
cultural y eso, pero fue una noticia que me gustó. Luego está el Roland Garros
que son un par de semanas donde cambias totalmente el chip y también es muy
agradable. Son pequeños momentos que son grandes también para ti como persona
porque te resultan muy agradables, estás divirtiéndote y, al mismo tiempo, estás
trabajando. Eso sí que es una suerte.
¿Qué consejo le darías a la nueva generación
de periodistas que quieren instalarse fuera de España como corresponsales?
Creo que a un joven periodista lo primero que le diría
es que no se desanimara. Ya sé que todo el mundo lo dice, pero no conozco un
medio en el que te hayan dicho alguna vez ‘esto está bien, estudia esto porque
merece la pena, porque te va a gustar, porque vas a ganar dinero, porque vas a
tener proyección profesional…’ En mi época recuerdo que el sueño de todos
mis compañeros de quinta en la facultad era ser como José Ramón de la Morera, por aquello de que la radio deportiva estaba en todo lo suyo en ese momento.
Sea lo que sea lo que te guste hay que perseverar, nunca nadie dijo que ser
periodista y dedicarse a la documentación y a la información era fácil y estaba
bien, en ningún momento. Y en segundo lugar, si tú te quieres dedicar a la
información internacional es tener paciencia y formarte, ya no solo en idiomas,
que también, por supuesto, sino viajar, no tener prejuicios, y sobre todo, formarte en muchas pequeñas cosas que cuando estás en la carrera son dos o tres
lecciones que luego te acuerdas, y no quiero contar batallitas pero es así.
Historia y economía son frentes que vas a necesitar, cartas que vas a necesitar
sacar de la manga en determinados momentos. Luego hay pequeñas cosas como
contrastar. Me acuerdo que un profesor siempre me lo decía: ‘hay que verificar,
hay que contrastar’, eso es una lección que sirve seas corresponsal o no. Es
muy bonito ir, cubrir, escribir un artículo, hablar por la radio o por la tele
y no; hay que tener un bagaje, es muy importante.
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